miércoles, 28 de agosto de 2013
viernes, 23 de agosto de 2013
Bye bye Vacaciones!
Ya llevamos muchos días de vacaciones, ya están de hecho cerca de acabarse.
Paula lo está pasando en grande. Se le nota. Disfruta, se ríe, juega todo el día, nos abraza a todas horas, se enfada, (todos nos estamos enfadando mucho en estas vacaciones) está más libre que nunca, y le enfada y frustra cuando hay algo que no puede o no le dejamos hacer.
Baja la cabeza, se queda muy seria con sus ojitos casi cerrados, y se apoya en el suelo, sofá, pared, o la superficie que haya más cerca y le permita esconder su cabecita de los demás. Me parte el corazón, no lo puedo evitar. Y es que no tengo manera de impedir su enfado, porque cuando no le permitimos hacer algo, SIEMPRE es por tratarse de algo que no podemos negociar de ningún modo, ya que pondría en riesgo su integridad física o en la minoría de las veces, la integridad de alguien o algo valioso. ;-). Es decir, que no tengo manera de ceder y decir "bueno valeeeee... venga que te dejo hacerlo...". Y es que, si hay algo en lo que voy a poder negociar y ceder finalmente, por qué no permitírselo desde el primer momento e impedirle una de sus tantas frustraciones por las que tiene que pasar a esta edad, en la que reclama ya en todo momento su autonomía como ser independiente que es, y que está en pleno proceso de aprendizaje de hacer todo sola, solita, sola. Esta es mi postura.
Baja la cabeza, se queda muy seria con sus ojitos casi cerrados, y se apoya en el suelo, sofá, pared, o la superficie que haya más cerca y le permita esconder su cabecita de los demás. Me parte el corazón, no lo puedo evitar. Y es que no tengo manera de impedir su enfado, porque cuando no le permitimos hacer algo, SIEMPRE es por tratarse de algo que no podemos negociar de ningún modo, ya que pondría en riesgo su integridad física o en la minoría de las veces, la integridad de alguien o algo valioso. ;-). Es decir, que no tengo manera de ceder y decir "bueno valeeeee... venga que te dejo hacerlo...". Y es que, si hay algo en lo que voy a poder negociar y ceder finalmente, por qué no permitírselo desde el primer momento e impedirle una de sus tantas frustraciones por las que tiene que pasar a esta edad, en la que reclama ya en todo momento su autonomía como ser independiente que es, y que está en pleno proceso de aprendizaje de hacer todo sola, solita, sola. Esta es mi postura.
Este verano hemos notado un gran cambio con respecto al pasado. Camina, casi se puede decir que corre, juega en el agua, se reboza en la arena con su cubo y con su apá (pala), ¡sube y baja del tobogán y los columpios que se las pela!, se acuesta más tarde y casi llega la pobre a seguirnos el ritmo frenético que estamos llevando en cuanto a ocio se refiere. Hemos ido de ruta senderista por campo y mar, hemos visitado el Oceanográfico de Valencia en un laaaargo día de sol y calor sofocante, picnic en la montaña con enjambre de avispas persiguiendo nuestra comida, largos días de playa mañana y tarde, parque y paseos en la tarde-noche... Lo aguanta y disfruta todo como una jabata, aunque a veces la pobre no aguanta ya el cansancio (nosotros también lo vamos notando). Y es que hay momentos en los que me planteo si no le estaremos dando demasiada caña a mi gordita (o más bien flaquita según sus percentiles, je je je).
Aún es tan pequeñita para tantas cosas...
Pero hay una cosa que me encanta de estar de vacaciones y en la naturaleza. Me encanta verla disfrutar libre. En determinados lugares es mucho más sencillo dejarle libertad, y observarla sin hacer ruido y desde la (pequeña) distancia. Mirar como se levanta en la arena, camina sin rumbo fijo (o sin rumbo conocido para mi), explora su entorno, se agacha, coge una concha, coge un palo, lo mira, a veces lo muerde... vuelve sobre sus pasos, se acerca al agua hasta que le toca los pies, retrocede, coge arena y la tira contra el agua que va y viene. Podría estar así horas... mirándola sin rechistar, sin intervenir, dejándola hacer, dejándola descubrir mundo y aprender por su cuenta, descubriendo nuevas cosas y nuevos mundos.
Creo que ella no. Ella no me dejaría estar así horas. No todavía. De vez en cuando se da media vuelta, me busca, confirma que estoy allí, que estoy cerca, suficientemente cerca para acudir en su ayuda cuando lo necesite. Y aquí estoy yo, mi Pauli. Aquí está mamá, dispuesta a dar un salto y correr en tu ayuda si lo necesitas, y dispuesta también a dar un paso atrás y quedarme ahí, mirando como creces, como aprendes más y más cada día, y vas convirtiéndote tú solita en una persona independiente y autónoma sin necesidad de que nadie te empuje a ello, pese a que muchos crean lo contrario.
jueves, 1 de agosto de 2013
SEMANA MUNDIAL DE LA LACTANCIA MATERNA-2013
Era tannnn pequeñita... Y esa sensación de la primera vez que abrió su boquita, todo lo que sus comisuras alcanzaban, y hacía lo que su instinto le marcaba, lo que su más fiero instinto le decía que hiciera y buscara. Aún recuerdo esa sensación en mi piel, en mi mente y en mis ojos. Espero no olvidarlo por mucho tiempo.
Desde ese momento, y como en su día conté, ha sido una maravilla, ensombrada sólo en ciertos momentos por inseguridades y falta de apoyo y de tribu cercana, que encontré sin duda en los libros y la red. La lactancia para nosotros ha sido un baile de brazos, colecho, mimos y mucho, pero que mucho amor. Los problemas han brillado por su ausencia (y soy consciente de la suerte que tenemos en ese sentido), y el apoyo en ocasiones también. Por esto, tengo que decir que Olé y Olé por ese Papá con Mayúsculas que ha hecho de soporte, sin el que sin duda, nada hubiese sido tan fácil, y que ha hecho de nuestra vida estos meses y de nuestra lactancia todo un regalo. Te queremos taaaanto.
Este año, el lema de la Semana Mundial de la Lactancia hace mucha referencia a esto último, y me parece fantástico. ¡Desde aquí me uno a ello! ¡APOYO, por favor!. Para todas esas mamás que quieren dar lo mejor para ellas y para sus hijos, por tanto lo mejor también para la sociedad, para nuestra sanidad, para nuestra economía, para el futuro y sobre todo para nuestros bebés. Mucho apoyo, tan necesario en casi todos los casos. Apoyo siempre cercano, siempre continuo y por supuesto oportuno.
Cuando oigo otras historias de lactancia, tan diferentes, en las que oigo palabras como "sacrificio, esclavitud, enganche...", no puedo evitar sentir un poco de pena. Para mí, ha sido y es, algo (además de óptimo y sano para mi bebé por descontado), algo bonito, algo especial, momentos de unión y de complicidad únicos, de reencuentro, de miradas indescriptibles, de sentirme poderosa, de empatía con mi pequeña, de protección absoluta, de liberación... Sí, he dicho ¡de liberación!, en cualquier parte, a cualquier hora, sin previsión ni preparación, le puedo saciar su hambre, su sed, su necesidad de contacto y del acto de mamar. Cuando está enferma, cuando no puede ni quiere tomar otra cosa, el pecho siempre está indicado. Esa sensación, cuando ha estado malita en alguna ocasión y sólo tomaba tetita, de tener la certeza de que estaba recibiendo alimento, defensas, fuerzas que yo le inyectaba veloz y directas a su cuerpecito...
Ahora, y de forma inevitable, a veces pienso en el momento en que la tetita ya no esté. Siento nostalgia, aunque todavía no ha ocurrido. Lo veo más cerca, ahora que a veces ya no pide, ahora que a veces ya no quiere...
Todo a su tiempo, todo en su debido momento, y sobre todo respetando nuestros ritmos. El suyo, el mío, el de papá también.
Gracias Paula, por todo este tiempo. Gracias Papá Burbujita (mi amor, el hombre de nuestras vidas), por todo el cariño y apoyo en los pocos momentos no tan buenos, por cargar con todo y sostenernos sin que nada nos faltase.
Y no me puedo olvidar de dar unas gracias enormes a esa tribu virtual, que sin saberlo, sin conocernos, y desde la distancia; con sus escritos, con sus consejos, su buena información y de calidad, me han transmitido toda la seguridad y fuerza que a veces se te va sin darte cuenta. Gracias a Carlos González por su maravilloso "Un regalo para toda la vida". Gracias también y de nuevo a Matronasur, por aquellos consejos y recomendaciones, por esa gracia y naturalidad al explicarnos lo fácil que es escuchar a tu instinto.
¡GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS. POR EL APOYO CERCANO, CONTÍNUO Y OPORTUNO!
Ahora ya no puedo imaginar lo que sería nuestra crianza sin la lactancia.
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