Psicología Infantil

Desde que inicié mi camino en este blog, no lo he querido hacer en mi condición de psicóloga, sino más bien como mamá, y como mamá primeriza, con todas las inseguridades, miedos, ilusiones y emociones que ello conlleva.

Pero es inevitable que tu carrera, tus conocimientos y formación te influyan en casi todo lo que haces. Por ello quería incluir este apartado en el menú, para dar a conocer cuál es mi orientación dentro del amplio campo que supone la psicología y en concreto la psicología infantil. Pues como en casi todo, hay tantos tipos de profesionales como de personas.

Y es que en los últimos años, parece que hablamos de psicología infantil y nos imaginamos a Super Nanny entrando por la puerta de casa y convirtiendo a los niños en animalitos adiestrados que obedecen a la primera todas las órdenes de papá y mamá y sin rechistar!


Y yo me pregunto, ¿es esto lo que queremos?. ¿Queremos hijos que obedezcan sin rechistar por el premio o castigo que vendrá detrás, sin cuestionarse por qué lo hace o si está bien o mal?. Porque estos niños se harán adultos, y tendrán jefes, compañeros de trabajo, amigos, maridos y esposas... Ahí lo dejo, luego cada uno sabe lo que quiere para los suyos.


El objetivo de este apartado era dejar claro que Psicología Infantil no es igual a Super Nanny, a técnicas de adiestramiento con premios y castigos, a técnicas no científicas disfrazadas de medidas educativas.

Hay psicólogos que creemos en otra psicología infantil, en otra forma de hacer las cosas. En una psicología positiva basada en la idea de que en la etapa que va del nacimiento a los 6 años se está forjando nuestra personalidad y que todas las experiencias vividas en estos años, nos influirán y acompañarán a lo largo de nuestra vida, como un lastre o como un apoyo, dependiendo de cómo lo hayamos vivido.

Técnicas basadas en el condicionamiento clásico y en el conductismo, mal aplicadas, a destiempo y en conductas que quizás no lo requieran, pueden tener un efecto inmediato sobre el comportamiento de nuestros hijos, pero pueden a su vez estar enmascarando unos problemas de fondo que nadie se haya parado a analizar. Sólo digo que hay que tener cuidado con esto.

No quiero decir que determinadas técnicas empleadas en Terapia de Conducta ante determinados problemas concretos y a una edad precisa, no puedan resultar de utilidad. Pero no es el "todo vale". El darle a los papás cuatro pautas escritas en una pizarra con las que van a poder solucionar todos sus problemas. Hay que ir más allá. De la mano de un buen profesional que diagnostique por qué en una familia se está dando una conducta inapropiada, si es que se está dando... Porque personalmente pienso que hay veces que los adultos ven un problema en el instante en que los niños se están comportando como tal, como niños que son, y no como nosotros esperamos que lo hagan, o como nos viene mejor que lo hagan; por nuestros horarios, por nuestros trabajos o por las horas que nosotros necesitamos dormir seguidas.



Me gustaría citar aquí un pequeño texto del libro "La Crianza Feliz" de Rosa Jové. Merece la pena leerlo entero, es toda una enseñanza de cómo se pueden hacer las cosas de otro modo. Ella es Psicóloga Infantil y defensora firme de una crianza respetuosa y empática, y por tanto de una manera de ejercer la psicología del mismo modo.

"... En definitiva, el conductismo fashion es una forma más de vender programas y libros. Nada tiene que ver con educar niños, sino con adiestramientos. Puede que el niño al final se comporte bien, pero no porque haya aprendido algo o se haya dado cuenta de sus actos, sino porque hay unas normas que cumplir. Me gustaría enseñar a mis hijos que las normas se cumplen pero no porque sí, sino porque cada una tiene una utilidad y ellos deben valorarlas; si alguna les parece injusta deben luchar por cambiarla  no aceptarla sumisamente. A los niños de estos programas no se les explican las normas, tan sólo se espera que las acepten sin cuestionar. Tan sólo se ve la aplicación de una técnica, no hay enseñanza ni reflexión..."
"... En estos programas no hay un respeto mutuo (sino un lenguaje peyorativo hacia el niño), no hay empatía (ni siquiera nos ponemos en su lugar para ver que no saben leer), no hay autoridad horizontal (las normas se dictan desde arriba, sin que  padres e hijos expongan sus necesidades y consensuen las actuaciones) y el amor seguramente también es incondicional en esos padres (no vamos a ponerlo en duda), pero ¡qué poco se ve en las imágenes!. Se podría dar algún consejo tanto a padres y a hijos sobre cómo demostrarse ese amor..."

Jové, Rosa, La Crianza Feliz, La Esfera de los Libros, S.L., Madrid, 2009.

Y el consejo que yo personalmente les daría a esos padres, es que antes de hacer nada, nos metamos por un momento dentro de la cabecita de ese niño e intentemos entender sus conductas, sus pensamientos y sus palabras. Y cuando queramos que reflexionen, mejor reflexionemos con ellos, porque si lo hacen solos, pueden llegar a conclusiones erróneas o no llegar a ninguna conclusión.

Mejor que enviarlos a la "sillita de pensar" o a su habitación a pensar, pensemos con ellos. Mostrémosles nuestros pensamientos y puntos de vista, y dejemos que se convenzan o que los rebatan, claro que quizás a veces nos dejen de piedra!...

Razonamiento inapelable: Alejandro (4 años) preguntó a sus padres “mamá, si yo soy pequeño y tengo miedo por la noche, y vosotros sois mayores y no tenéis miedo, ¿por qué yo tengo que dormir solo y vosotros dormís juntos?” [¿Cómo se te queda el cuerpo con un argumento tan bien armado?]


Y para acabar con un toque de humor que siempre me gusta más, dejo esta imagen-chiste para psicólogos que encontré curioseando en otros blogs y me ha hecho mucha gracia.



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