viernes, 29 de noviembre de 2013

Feliz Cumpleaños Paula!

"De pronto te ví,
y pensé que nunca más,
iba a quererme despertar
lejos de ti...

... De pronto te ví,
y tú me miraste a mí,
cambiaste mi vida,
justo ahí, sólo porque te ví...

Estas son unas estrofas que yo cantaba en susurros a Paula desde que nació. Le gustaba y yo se las cantaba más, porque a veces hasta en susurros mientras se dormía, yo cantaba y ella esbozaba una ligera sonrisa que hacía que su padre y yo casi nos derritiésemos de amor. Después me enteré que esa canción la escribió David Summers cuando nació su hijo.

Hace ya dos años mi amor, que llegaste a mi vida para cambiarlo todo. Para cambiarme y darme la vuelta como un calcetín, para hacer que me levante cada día  pensando en ser mejor y mejor, y para hacer de mi mundo un lugar de plena felicidad. Cada día cuando salgo del trabajo y voy a buscarte a la guardería, según me voy acercando, no sé cómo es posible pero todavía me bajo del coche y siento una especie de nerviosismo o cosquilleo pensando en que ya te voy a ver de nuevo.

Tú mientras tanto, creces rápido y sin parar, cada día y hasta cada hora eres un poquito más mayor. Me encanta verte feliz y contenta, convirtiéndote en la personita independiente y autónoma en la que te estás convirtiendo; esa que ve a mamá entrar por la puerta de clase y una vez sabe que ya he llegado, que no me iré; sale corriendo disparada hacia los juguetes y los bebés para mostrarme lo bien que lo pasa.

Mentiría si dijese que no me asusta... Me da pánico. ¡Y yo decía antes que era miedosa!. He tenido que convertirme en madre para conocer el verdadero miedo!!. El miedo comenzó cuando por fin logramos el ansiado embarazo, y temía más que a nada en el mundo que algo pudiese ir mal. Después al nacer, que estuvieses bien. Las primeras fiebres, los primeros mocos, la guarde, los llantos, los dientes, la bronquiolitis, el sueño... Y con cada paso que has ido dando me surgen nuevos miedos, a cuál más grande. Miedos de los buenos al fin y al cabo, de los que te hacen reflexionar, pensar y mejorar.

Pero el mayor miedo que puedo tener, sin ninguna duda mi amor, es a que puedas no ser feliz. Papá y yo hacemos y haremos todo lo que esté en nuestra mano para que crezcas como una persona libre, con unos principios bien forjados, que lleves por bandera valores como el respeto y la empatía, y espero que el resto venga de la mano.

Con tus dos añitos, ya sabes detectar, gestionar y expresar muchas de tus necesidades. Repites todo lo que oyes, aunque no todo el mundo te entienda... ¡En eso sigo siendo la número uno!.

Te encantan los "yoyos" (gorros).
Ahora pides tu "ita" (tetita) cada vez que tienes ganas.
Cuando no quieres que te coja o que te vista o que te toque, dices "ita mamaaaaaá" (quita mamá).
Sabes los nombres de todos los amigos del cole (mane, eto, asie, isan, ina, ofi, arián, palo...). Y el tuyo ¡por supuesto!, ¡Pala!
Te pones los patos (zapatos), el palón (pantalón) y la eta (camiseta).
Juegas con la ina (plastilina), con tu inseparable keka, y con los bebés, a los que cuidas como una verdadera madre y a mí se me cae la baba mirando como lo haces.
Te pones al abigo (abrigo) tú solita como te han enseñado en el cole, poniéndolo en el suelo boca arriba, y metiendo los brazos por las mangas levantándolo y quedando así colocado en un plis plas.
Das unos besos que derriten hasta el hielo, abrazos fuertes y saltas levantando una sóla pierna y golpeándola contra el suelo porque aún no sabes hacerlo con las dos, mientras repites "aco, aco, aco..." (charco, charco, charco...).

Te veo feliz y con eso me vale. Cada noche me acuesto a tu lado, te escucho respirar tranquila, descansando y feliz. Y me voy durmiendo mientras oigo tu respiración pausada que me dice que todo está bien, que tú estás bien. Y entonces pienso en la gran suerte que tengo de teneros a mi lado mis amores. Papá y tú. Tú y papá. Sólo quiero que los dos seáis felices y sanos, el resto vendrá sólo.


¡¡FELIZ SEGUNDO CUMPLEAÑOS MI CIELO!!




jueves, 28 de noviembre de 2013

Un manto blanco

Hoy nos hemos despertado rodeados de nieve. Nosotros no, of course, la calle...




Estaba todo precioso. Paula nunca había visto y tocado la nieve antes. Y no es que hoy la haya tocado mucho, porque los primeros contactos no han sido muy amistosos. Estaba muy emocionada viéndolo todo cubierto con esa capa blanca, pero ya tocarlo era otra cuestión... Las novedades a mi peque poco a poco... Ella investiga a su ritmo y despacito, va cogiendo confianza con lo desconocido lentamente y con precaución, como le pasó en la playa :-). Papá le ha puesto una bola de nieve en la cabeza de su muñeca y casi le da algo... ¡No, no, noooo!, decía; pero eso sí, tampoco se la quitaba, ja ja ja!. Papá y yo nos tirábamos bolas de nieve disfrutando como dos auténticos niños (como dos niños que no sean Paula ;-)... Era una nieve de la que me gusta, de la que no se ha hecho hielo y está blandita y manejable. Una pena que haya sido un día laborable y la diversión haya durado poco.

El camino al trabajo ha sido mucho más ameno y gratificante. Estaba todo el campo con su manto blanco y de fondo las montañas blanquitas.



Soy un alma caliente y que revive con el sol, pero es imposible no disfrutar con la estampa de hoy, todo lleno de nieve... Te llena de paz y emoción.

Definitivamente ¡ya es Navidad!.



jueves, 14 de noviembre de 2013

La vida social

Supongo que a esto se refería mucha gente cuando me decían que es muy bueno que vayan a la guardería porque allí aprenden a socializar...

Yo nunca he entendido ni compartido mucho estas afirmaciones la verdad. Pero ahora todo lo veo tan claro... ¡Mañana nos vamos de cumpleaños!. Sí, sí... Paula está invitada al cumpleaños de su compi, que ya elevamos a la categoría de amigo Arián (je je ;-). En fin, que dentro de poco, creo que tendrá más agenda que su madre, que siendo sinceras, poco tiene que correr ya para eso...

La realidad es que la familia al completo estamos invitados a la fiesta. Son niños muy pequeños todavía para asistir a un cumple y quedar allí sólos a cargo de los papás del homenajeado; y por tanto allí estaremos los tres, dispuestos a socializar como nunca, pues creo que nos hace más falta a nosotros que a la chiquitina, que ya conoce de sobra a sus compis, pero nosotros los papás, tenemos que entablar amistades, relaciones, conocer y poner caras a un montón de papis y mamis que no conocemos, los que intuyo serán nuestros compañeros de batallas, de historias, de compra de regalos, de esperas a la puerta del colegio, o en la sala del pediatra, de acompañamiento en los caminos de idas y venidas al cole, y por qué no, de algunos o muchos favores que podemos tener que pedirnos, en los próximos años de escolarización.

Vivimos en una localidad relativamente pequeña, en la que voy intuyendo que el vecindario en mayor o menor medida se conoce, y las mamás y papás compartimos muchos espacios, muchos lugares en los que se van formando lazos más, o menos fuertes. Nosotros estamos comenzando, pero como digo, quedan años por delante, muchos y espero que bienavenidos.

Yo soy más de pensar que con 2 años, "¡ande vamos invitándonos a fiestas y creando agenda!". Aún ni siquiera entablan relaciones de afecto y de lo que podríamos llamar amistad entre ellos. A diario conviven juntos pero cuando les observas desde la distancia, sin intervenir y sin hacer ruido, más se ven situaciones de rivalidad que de cariño, se respetan pero aún no son amigos, se divierten pero aún más por su cuenta que juntos. Sobretodo los más chiquititos como es el caso de Paula. Será a partir de los 3 ó 4 años cuando comienzan a surgir sus primeras relaciones de lo que podríamos llamar amistad entre iguales.

Pero a pesar de todo, a pesar de que todavía no me siento tan cerca, de que no comparto muchas ideas y opiniones sobre educación de las pocas que oigo y observo, a pesar de todo eso, y por todas las razones que ya comentaba más arriba, iremos a la fiesta y participaremos de un súper regalo común que le vamos a hacer entre tod@s (gracias whatsapp por estos momentos que nos das para poder poner de acuerdo a más de 20 personas que apenas se conocen).

Por el esfuerzo de una mamá que ha preparado una súper fiesta a su pequeño con segurísimo enorme ilusión y ganas de que disfrute con sus compañeritos, por comenzar unos vínculos que pese a mi escepticismo pueden hacerse fuertes, porque creo firmemente en la importancia de compartir momentos con otras mamás y papás de la comunidad en la que tus hijos viven a diario, a pesar de que a veces te sientas lejos y pienses que la conexión va a ser difícil. Seguro que lo pasaremos genial y los más peques mucho mejor, que al final es lo que importa.


viernes, 1 de noviembre de 2013

El Sombrero Lila

A los 3 años: Se mira en el espejo y ve una reina.


A los 8: Se mira y ve a Cenicienta.

A los 15: Se mira y ve una hermanastra fea (de Cenicienta) "¡Mamá, no puedo ir a la escuela con este aspecto!"

A los 20: Se mira y se ve "demasiado gorda, demasiado delgada, demasiado baja, demasiado alta, cabello demasiado rizado, demasiado liso", pero decide que va a salir de todas formas.

A los 30: Se mira y se ve "demasiado gorda, demasiado delgada, demasiado baja, demasiado alta, cabello demasiado rizado, demasiado liso", pero decide que no tiene tiempo para arreglarlo y va a salir de todas formas.

A los 40: Se mira y ve "demasiado gorda, demasiado delgada, demasiado baja, demasiado alta, cabello demasiado rizado, demasiado liso", pero dice "por lo menos estoy 'limpia", y sale de todas formas.

A los 50: Se mira y ve "yo soy" y va por donde quiere ir.

A los 60: Se mira y se acuerda de todas las personas que ya no se pueden ver en el espejo. Sale y conquista el mundo.

A los 70: Se mira y ve sabiduría, risas y capacidad. Sale y disfruta de la vida.

A los 80: Ni se preocupa en mirar. Simplemente se pone un sombrero lila y sale a divertirse con el mundo.

El sombrero lila. Qué gracia... Hace poco volví a cruzárme con estas palabras y los recuerdos vinieron sólos... Una buena amiga de entonces (entonces era cuando teníamos pocos años y mucha ilusión y ganas de reir por todo), que las circunstancias hicieron que ya no lo sea, nos enseñó un buen día esta pequeña historieta que a todas nos encantó; y a menudo cuando nos encontrábamos "bajitas" de moral y demasiado flacas, o demasiado altas, o demasiado gordas, o demasiado lo que narices sea que nos encontráramos, nos repetíamos las unas a las otras "¡Me pongo el sombrero lila y salgo a comerme el mundo!". Y por lo menos ese día, sí que nos poníamos ese sombrero lila e imaginario que tanta gracia nos hacía...

Qué recuerdos tan bonitos. Casi siempre en nuestro frenético día a día, el pobre sombrero lila queda olvidado y relegado en lo más hondo del armario y olvidamos con él, simplemente disfrutar con lo que hay.

Espero Paula, que desde ahora y siempre, ¡te pongas el sombrero lila! cada día de tu vida y disfrutes y te rías siempre, muestre lo que muestre el espejo.

ESTO