La Lactancia de Paula



Lo más milagroso y maravilloso de toda la lactancia de mi hija fue el comienzo.

Ese momento según salimos del paritorio, en un rinconcito de una sala sin demasiada luz, cuando Antonio, nuestro matrón me decía que me pusiese encima a Paula, accesible al pecho y cuál era la mejor postura para que estuviésemos cómodas (yo estaba muy dolorida); y de repente sucedió... Mi niña estaba abriendo su boquita y se dirigía a la tetita como si lo trajese aprendido ya. Y se enganchó sin rodeos. Madre mía, es la imagen más bonita que nunca me habían regalado. Ahí estaba ella succionando con poquita fuerza, pobrecita! con lo chiquitita que era, si me daba hasta miedo meterle el pecho en la boquita por si se ahogaba.

Pero no se ahogaba. Era el principio de lo que espero se convierta en una laaaarga lactancia y tan exitosa como hasta ahora.

Antes de quedarme embarazada, y cuando lo estuve, ya tenía claro que quería darle el pecho a mi niña. Bueno, no es que lo tuviese claro, es que daba por hecho que es lo que había que hacer y para lo que el bebé viene preparado ya de serie. Pero lo cierto es que tenía ciertos miedos que venían de conocer las historias de personas cercanas que habían fracasado al intentar la lactancia. Entonces yo siempre decía, yo daré el pecho a mi bebé, ... bueno si puedo claro...


Reconozco que en este sentido me ayudaron mucho las clases de preparación al parto en las que me dieron la otra visión que nadie me había ofrecido antes, y es que "todas las mujeres pueden dar el pecho". Y fueron desmontando uno a uno todos los miedos que se suelen tener y que suelen ser infundados (pezón invertido o plano, mastitis, ingurjitaciones, infecciones, grietas...).


La verdad es que en mi caso, las dudas y problemillas que he tenido al dar el pecho, no han venido de ninguno de esos problemas, es decir, no ha sido nada físico, sino más bien de cabeza, de pensar en que algo estaba yendo mal por inseguridad y por comentarios que me hacían.

Pero no me quiero desviar del tema, empecemos por el principio. Y el principio es que todo fue de maravilla. Paula nunca lloraba, ni pedía, ni demandaba nada, dormía casi continuamente y yo la tenía prácticamente todo el tiempo en brazos y en la camita conmigo. Más o menos cada 3 horas (por aquello de lo que siempre te han dicho y porque pediatras y enfermeras me decían que no pasase más de tres horas sin comer; (no olvidemos que era un bajo peso) yo la despertaba y la ponía al pecho. Paula mamaba durante un ratito y se quedaba dormida de nuevo.



Perdió 200 gramos en un par de días y el pediatra yo creo que se preocupó un poco y me dijo que la iban a hacer una prueba de glucosa por si la tenía baja darle un suplemento de biberón, por si acaso yo aún no tenía mucha leche. La prueba salió bien y por suerte no le trajeron ningún biberón (recuerdo que me angustiaba mucho la posibilidad de que la quisiesen dar biberón por si se fastidiaba la lactancia). Yo estaba un poco extrañada porque no había notado ninguna subida de leche ni nada raro y en ocasiones pensaba que Paula la pobre no estaría tomando nada. Pero luego le veía la boquita que se le quedaba con restos blanquitos en los labios, estaba tan graciosa! como si se hubiese dado un atracón!!

En una de las visitas de la ginecóloga me preguntó qué tal el pecho y yo le dije que no había notado nada y no sabía si me habría subido la leche. Ella tocó, apretó ligeramente el pezón y me dijo: "lo tienes fenomenal, está caliente y mira como sale la leche". Me quedé alucinada porque yo esperaba por lo que me habían contado, algo mucho más espectacular. El pecho muy hinchado y dolorido, sensación de que te van a explotar, fiebre, o algo así...

Así que en ese sentido tengo que decir que fue una maravilla. No sé si es suerte, si es lo normal o si yo no supe captar muy bien las sensaciones que tenía. Pero sea lo que sea, me alegro. Todo iba sobre ruedas. Ni una grieta, ni dolor, ni nada de nada. Lo único a destacar es que Paula se quedaba dormida en cuanto la ponía al pecho, pero nunca lloraba y parecía feliz, tan dormidita a mi ladito.

Cuando nos iban a dar el alta vino la peor parte, porque me dijeron que Paula se tenía que quedar ingresada en neonatos por bilirrubina alta y yo no podía estar con ella continuamente, sólo cada 3 horas y nada por la noche. Esto fue un verdadero infierno. Creo que fueron los tres días que más he llorado en toda mi vida. Además no tuve una buena recuperación de mi episiotomía, que no hizo si no agrabarse aún más con el trajín de ir y venir al hospital y pasar todo el día vagando por los pasillos como alma en pena. Pero bueno, esta es otra historia de la que ya hablé en el post "Maldita bilirrubina" y lo he querido mencionar aquí sólo en lo que concierne a la lactancia.

Le daba el pecho a Paula cuando me dejaban entrar, cada tres horas, y tenía que estar continuamente despertándola y espabilándola porque si no, no había manera. Y claro, tenía pánico a que no comiese y luego la tuviesen que dar biberón. De hecho, uno de los días, una enfermera me dijo que cuando me fuese la iban a ofrecer biberón por si se había quedado con hambre. Recuerdo el dolor que sentí, se me clavó en el corazón... Qué sensación de desamparo, de tristeza, no tenía consuelo. Entiendo que como Paula era tan chiquitita, no se la querían jugar a que siguiese perdiendo peso... Pero bueno, ya dejé claro en el post que menciono sobre la bilirrubina, cuál es mi postura al respecto del ingreso en neonatos.

Por el día y después de cada toma, yo me sacaba leche para dársela a las enfermeras para que la utilizasen por la noche cuando yo no estuviera. Supongo que así lo hacían, aunque nunca había suficiente para todas las tomas nocturnas y sé que le tenían que dar biberón. Es algo por lo que no me quiero torturar pero que llevo clavado.



A partir de ese momento y desde que nos fuimos a casa, se puede decir que todo ha ido viento en popa en casi todos los momentos, aunque con pequeñas crisis, que tengo que decir que hemos superado Paula y yo, con mucho amor, mucha paciencia y con la ayuda de Carlos González y su magnífico "Un regalo para toda la vida". Nunca he tenido problemas ni de dolor ni de grietas. A los 20 días más o menos tenía el pecho derecho muy hinchado, como con pequeños bultos, y estuve viendo al matrón que me explicó que para estos casos cambiar de postura funcionaba de maravilla, por ejemplo la posición del balón de rugbi. También me dijo que no era necesario que por la noche despertara a Paula a las 3 horas justas como me habían dicho en neonatos para que comiese hasta que cogiese más peso. Me dijo que la pusiese conmigo en la cama en "selfservice" para que ella tomase y durmiese cuando quisiese, y así lo hice. Y así nos quedábamos dormidas las dos la mayoría de las veces.

Desde aquí, mi más sincero agradecimiento al matrón Antonio de Matronasur, por esas grandes soluciones a esas pequeñas dudas y por la recomendación del libro de Carlos González y otras páginas web que han sido de gran ayuda. Estoy segura que en alguna ocasión en que me he sentido sola, muy sola y luchando con uñas y dientes contra comentarios y consejos gratuitos que nunca pedí, si no hubiera sido por esa inestimable ayuda, hubiese abandonado la lactancia. Las pequeñas crisis de las que hablo han sido más bien un tema de demanda...

Y es que Paula digamos que se convirtió en lo que podríamos llamar, una niña de alta demanda. Y yo ahora creo que ha sido por múltiples razones, todo influye. Mi niña nació chiquitita, con 2,400 kg y necesitaba comer menos cantidad pero más a menudo. Además de esto, yo casi siempre la he tenido en brazos, y a ella es donde más le gustaba estar, calentita y con mamá. Y ¿por qué no decirlo?, es donde a mi más me gustaba que estuviese. Ahora las cosas han cambiado un poquito. Es capaz de tomar mucha más cantidad de leche en cada toma y eso hace que no necesite comer tan a menudo. También va cogiendo más confianza con otras personas, sobre todo con papá y comparte su tiempo mucho más que antes.

Yo siempre la he dejado a su ritmo, si quería estar conmigo pues ahí estaba. Si quería pecho, pues se lo daba, si quería estar sólo un poquito enganchada pero sin mamar mucho, pues también se lo daba... Y si no quería que nadie más la cogiese, pues la cogía yo, que para eso soy su madre! faltaría más...! je je je.


Pues esto que para mi es la mar de lógico, no lo es para el resto de la gente. Y no han faltado (y a veces todavía no faltan) las frases del tipo:

- "Pero... ¿otra vez va a comer?"
- "Pero déjala dormir en la cuna o en el coche que se va a malacostumbrar a los brazos"
- "Pero no le des otra vez de comer que no le ha dado tiempo ni de hacer la digestión"
- "Dale un biberón porque esta niña se queda con hambre, por eso pide tanto"
- "Es que tiene que dormir más horas seguidas, eso es que no se queda bien con tu leche"
-  Y un laaaaaaargo etcétera.

Sé que no deben afectarte estas cosas y que hay que confiar en uno mismo. Pero de verdad, ha sido difícil en muchas ocasiones.


Ahora como digo, se siguen repitiendo de vez en cuando los comentarios, pero ya he aprendido. Ahora me consideró una super mamá!!! que sabe que lo que está haciendo es lo mejor, y que está segura de sí misma, (por lo menos en eso...).

A estas alturas y casi llegando al sexto mes de lactancia materna exclusiva, los problemas van cambiando, y a lo que me enfrento en breve es a la vuelta al trabajo y la dificultad que me va a conllevar seguir dando el pecho en esas circunstancias.

Pero no me rindo! Con la ayuda de mi sacaleches y un poquito de nuestra parte que pongamos las dos, nos adaptaremos a la nueva vida. Mucho más dura y menos bonita que la que teníamos hasta ahora pero con mucha ilusión!

Ah! Y hasta hemos ganado nuestro primer diploma juntas! Enhorabuena Paula! ...Porque vengan muchos más...



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