miércoles, 30 de enero de 2013

30 de Enero - Día de la Paz

El Día Escolar de la Paz y la No Violencia (School Day of Non-violence and Peace) se celebra todos los días 30 de Enero. Su objetivo es la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. En este día, los colegios y centros se convierten en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión.

El Día Escolar de la Paz y la No Violencia (DENIP) es una jornada educativa no gubernamental fundada en España en 1964 por el poeta y pacifista mallorquín Llorenç Vidal Vidal y que se practica en el aniversario de la muerte del Mahatma Gandhi (30 de Enero).

Y mi niña, como no podía ser de otra manera, y puesto que también tiene su propia jornada escolar, ha decorado con las huellas de sus deditos una paloma de la paz que la profe les ha hecho para colgar y llevársela a casa. ¡Salía encantada con su paloma!.

Y no es para menos...






Es una iniciativa bonita. Triste que tenga que ser necesaria, pero bonita.

Me gusta ser optimista y pensar que algún día lo conseguiremos, que este mundo no está destinado al fracaso y a la extinción. Que en un futuro no tan lejano que crearán adultos, que hoy son niños y niñas como la mía, habrá paz, los pueblos sabrán respetarse y se recuperará poco a poco este mundo enfermo.

Por un mundo lleno de paz y de amor... Tal y como algunos lo imaginaron alguna vez...

Miércoles Mudo: Toca Nieve!


¿No apetece un chocolate calentito?









miércoles, 23 de enero de 2013

Miércoles Mudo: De pata negra.

Una nueva aventura: Probar el Jamón Serrano





lunes, 21 de enero de 2013

Tan sólo 24 horas...

Tan sólo 24 horas tienen mis días y sinceramente, no me alcanzan para todo lo que tengo que hacer...

Y digo "lo que tengo que hacer", porque no lo hago..., porque quiero pero acabo por no hacerlo...

El blog me reclama, me reclamo yo misma a través de él, y no veo el segundo adecuado para sentarme a escribir. Y es que ha llegado un momento, después de más de un año de su inauguración, que se ha convertido en una necesidad para mi. Siempre me gustó mucho escribir, pero en este espacio he encontrado el modo y la mejor vía de hacerlo de manera bonita, original y compartiendo.

Compartiendo con otros blogs amigos, y con gente anónima que a pesar de ello te hacen llegar todo el cariño, a través de sus frases o sólo de su visita. Cuando me siento a leer y escribir, es como si me metiese dentro de una pequeña habitación, que queda con la puerta abierta para dejar pasar a todo el que se asoma y le gusta lo que hay dentro.

Siento paz, mucho amor y satisfacción al sentarme en esta habitación a contar y expresar todo lo que aquí está quedando plasmado. Es una habitación cálida, azul, y decorada con todo lo que más me gusta del mundo. No son objetos, son personas, son historias, palabras que a veces rebusco en lo más hondo de mí, pero que otras veces salen solas y casi sin pedir permiso. Me siento relajada y plena. Me siento mejor y quiero que esta o estas historias sigan contándose.

Ahora que desde el día de Reyes, el blog se me hizo palpable a través del regalo del Papá Burbujita, lo siento más real que nunca y siento un orgullo especial al verlo convertido en libro, que enseñaremos a Paula en cuanto tenga ganas de verlo. Ella al fin y al cabo, es el impulso y la fuerza de todo esto.

Lloré como una magdalena cuando lo tuve en mis manos. Fue muy bonito. Lo leía como si lo hubiese escrito otro, y me emocionaba con cada palabra como si no las hubiese leído antes. Lloré sobre todo con esa dedicatoria que Papá Burbujita, como editor del libro nos regalaba en la primera hoja a la Mamá y a la pequeña Burbujita...

"Me gusta pensar que éste, que es hoy tu regalo, será en un día no tan lejano un regalo para Paula. Ansioso, espero escuchar a nuestra pequeña decir... Mami, cuéntame un cuento".

Tengo más ganas que nunca de escribir, tengo más ideas que nunca, más entradas en la cabeza, más risas, penurias, ideas, artículos que compartir, que nunca.... Pero tengo MENOS TIEMPO que nunca antes...

Paula está en un momento precioso. Cualquiera que ya haya  pasado por esto sabe que es verdad, y que no estoy cegada por el amor materno que ve en cada etapa, la más bonita y maravillosa de todas las etapas que vivirá su retoño. Ahora cada día me descubre y se descubre algo nuevo, y es literal, porque llevamos unas semanas que el papi y yo nos miramos ante cada cosa, diciéndonos "pero tú la habías visto hacer esto antes???"...

No puedo ni quiero perderme ni un segundo de sus días. Ya me pierdo bastantes mientras trabajo... Y cuando llegamos a casa, se nos van las pocas horas entre tetas, canciones, juegos, baños y correteos por el salón, (de mamá encorvada con la pequeña intentando dar sus primeros pasos con más pena que gloria y algún que otro coscorrón que ya ha caído...).

No lo voy a negar. Es agotador. Maravilloso, pero agotador. Empieza a reivindicar con fuerza su libertad, su capacidad de hacer todo sola, de arrastrarse sola, de comer sola, de trepar sola, de ¡caer! sola... Y yo intento y casi siempre consigo, no frenar esos pasos, dejar que se sienta autónoma y libre, que investigue y descubra el mundo desde su prisma. Esto deja a la madre asustadiza, primeriza e hiper-protectora que soy, en un lugar que al final del día hay que recoger en pedazos.

Pero sé que todo pasa, que al final logras organizarte de mejor manera, que los primeros pasos se convierten en los segundos, y los segundos en los terceros... y en los enésimos... Y dejas de ver tantos peligros alrededor, y los ratos de juegos los vas solapando con ratos para ti. Y tu bebé se va haciendo más mayor y las necesidades evolucionan y cambian.

Y sobre todo, que nos vamos adaptando a cada etapa, y el tiempo dejará de ser mi enemigo. Estoy segura de ello.




miércoles, 16 de enero de 2013

Miércoles Mudo: Trota, trota, caballito.

Creo que los reyes acertaron...







sábado, 12 de enero de 2013

Adiós sacaleches, adiós...

Las fiestas se han ido, la rutina ha vuelto, el trabajo, la guarde, las despedidas cada mañana...

Con la vuelta, el frío, mucho más que el que ya hacía cuando comenzaron las vacaciones.

De mis idas y venidas al garaje ya hablé en su momento, cuando acabó mi baja maternal y me incorporé a lo que desde entonces percibo como mi calvario del día a día, el trabajo en la oficina.

Cada medio día, en la hora que entre las dos y las tres dispongo para comer, bajaba al garaje y me metía en el coche, sacaleches en mano y contenta y feliz de sacarme la lechita que luego dejaba en la guarde para que a la mañana siguiente le dieran a Paula en una papilla, porque el biberón no es lo suyo...

Esa media hora o tres cuartos que tardaba, estaba contenta y feliz, viendo cómo se iba llenando el bote mientras pensaba en mi gordita, que al día siguiente se la tomaría gustosa.

Pero lo cierto es que en las últimas semanas, todo ese ritual era más un calvario que algo agradable, sumándole el agobio de ver cómo a veces salía menos leche y pensaba que no tendría bastante para su desayuno.

La lactancia es lo mejor y lo más bonito de todas las cosas que he disfrutado junto a mi hija. Y siempre he tenido claro que así debía ser. Y hasta ahora, bajando al garaje a sacarme leche, me sentía bien, sentía que de este modo estaba ayudando a mantener nuestra lactancia y también, por qué no decirlo haciendo que Paula tomase más leche de mamá y menos fórmula. Pero cada vez hace más frío, es incómodo, como en menos tiempo, engullendo a veces la comida casi fría, sin postre y sin ganas. Estoy perdiendo peso y había que ponerle solución.

Un día antes de que comenzasen las vacaciones de Navidad, leyendo como siempre con deleite, el maravilloso blog de Ivone Olza, llegué a un enlace en el que hablaba sobre sus lactancias y lo que disfrutó de la segunda, olvidándose en este caso del sacaleches y dejándose simplemente llevar, disfrutando de los momentos en que lactaba.

Yo visualizaba con pena y nostalgia el momento de dejar de sacarme leche, porque lo veía como el inicio del camino hacia el destete, el inicio de la disminución de la leche, que Paula rechazase por ello el pecho, etc.

Pero creo que no será así. La lactancia durará hasta que tenga que durar. La leche estará ahí siempre que la pequeña siga mamando cuando quiera. ¡Y así lo hacemos ahora!.

Tengo que decir que el cambio ha sido notable, y todo va mucho mejor para mi. Ahora como tranquila, no me agobio pensando si hoy hay menos leche que ayer, si mi niña mañana se quedará con hambre en el cole, si en casa tendré que sacarme más, si paso frío, si  me duele la espalda en el coche... Aunque mentiría si dijese que no siento nostalgia en los mediodías, cuando no bajo a sacarme leche, mentiría también si dijese que no he sentido un poco de miedo pensando que este sería el fin de nuestra lactancia (... entre nosotros... creo que estoy más enganchada yo que ella...).

Ahora el sacaleches nos lo dejamos en casa, para momentos puntuales en que Paula no quiera mamar y me saque en ese momento, porque quiera y porque me apetezca guardar esa leche para más tarde. Y no porque sea una obligación autoimpuesta en beneficio de la salud de mi hija. Ha sido nuestro amigo y compañero más fiel durante muchos meses, y nos ha beneficiado mucho. Gracias a ello Paula ha estado muuuuchos meses más tomando sólo la leche de mamá y ninguna otra. Pero no podemos dejar que se convierta en una atadura. Eso estropearía gran parte de la maravilla que estamos disfrutando con la lactancia.

Fuera miedos, fuera obligaciones y fuera momentos incómodos. ¡Bienvenida otra etapa de nuestra lactancia!. No sabemos lo que durará. Sabemos que seguimos estando a gusto y disfrutando, ese momento de llegada a casa juntas sentadas en el sofá comenzando con ansia y muchas ganas a lactar... ese es NUESTRO MOMENTO... y eso no lo cambio por nada! ;-)





miércoles, 9 de enero de 2013

Miércoles Mudo: Godzilla y el belén

Despidiendo las navidades... a lo grande...






viernes, 4 de enero de 2013

Vienen los Reyes y se van las Fiestas...

Esta semana nos hemos incorporado de nuevo, papá y mamá al trabajo, y Paula al cole. Pero ha sido una incorporación a medias... Hemos estado de vacaciones hasta el martes, y sólo han sido tres días, además aderezados con la ilusión por la próxima llegada de los Reyes Magos.

Estas fiestas han sido extrañas. Nochebuena accidentada y por tanto solitos en casa los tres (tengo que decir que no estuvo tan mal...). La Nochevieja, que antaño se alargaba hasta el desayuno, bailando, comiendo y bebiendo, ya vamos para dos años que termina poco después de que suenen las campanadas, llamados por el sueño de la pequeñita de la casa, y de la no tan pequeñita que es una servidora, y que llega a duras penas a las 2 de la madrugada echándose unos bailes y con una copita de sidra.

Pero pasaron y llegó el miércoles, y allá que fuimos los tres, cada uno a su puesto de... "tortura"... digo, ¡trabajo! con más pena que gloria y echándonos mucho de menos, porque estos 10 días que hemos pasado 24 horas juntos han sido maravillosos. Hemos disfrutado, hemos hecho encargos a los Reyes, comido muñecolates, cantado villancicos, paseado, comido fuera de casa... Todo lo que normalmente no podemos hacer y que tanto nos gusta.


¡Ahora llega el fin de semana, y con él, lo mejor! ¡Vienen los Reyes Magos! Siempre ha sido la fiesta que más me ha gustado de las navidades, pero ahora que tenemos a Paulita en nuestras vidas, sé que va a ser aún mejor. La ilusión con la que los niños viven esta fiesta es increíble.

Ningún niño en el mundo debería ser privado de una ilusión así. Desgraciadamente, son muchos los que por culpa de nosotros, los adultos, no pueden disfrutarlo. Ni esa, ni muchas otras ilusiones que se les roban despiadadamente. Desde aquí, les pido a los Reyes Magos, y a los que no son tan magos pero lo manejan todo, responsabilidad con lo que hacen, responsabilidad para darse cuenta que con lo que juegan a ver quién tiene más poder, son personas, y que éstas son lo único que importa al final. Deseo que muchos más papás nos acompañen en una crianza respetuosa, con apego y mucho amor, para que así, algún día logremos que las cosas empiecen a ir en otra dirección.

Y tras este inciso, despedimos este viernes tan especial, y damos la bienvenida a este fin de semana largo que tantas ilusiones nos traerá, o así lo intentaremos.

Eso sí, tras los Reyes, decimos ¡adiós y hasta el año que viene! a las navidades. Con un poco de pena, y también, por qué no decirlo, con algo de alivio. Las cenas, las compras, las colas, las reuniones familiares... llega un momento que agotan... Y nos encaminamos sin pausa, y a toda prisa hacia esas vacaciones de invierno que, si los jefes nos dejan disfrutaremos allá por Febrero.

¡Pero no adelantemos acontecimientos!. Disfrutemos de cada cosa a su tiempo, y este finde es tiempo de ilusión y regalos en familia.


miércoles, 2 de enero de 2013

Macarrones Navideños

Inspirados por el Reto nº5 de nuestros amigos de Acompáñame pasamos a relataros nuestra original cena del día 24 en una nochebuena un tanto ...accidentada...

Como cada año planteábase la susodicha cena en casa de la tía Fátima.
Como tantos de vosotros, nos juntamos con familiares alrededor de la mesa a disfrutar y dentellear de una buena y agradable cena navideña. En ocasiones y para nosotros de forma habitual, nos juntamos con primos o tíos a los que no hemos visto en todo el año... parece la excusa perfecta para ver cómo nos van saliendo canas...

Recuerdo con cariño otros tiempos...aquellas calurosas cenas de nochebuena en casa de la abuela. Aquellos papos enrojecidos delataban una calefacción central que sólo era combatida por la abuela paseándose en su fresco camisón de un lado para otro. Vicente oteaba el percal y tomaba pequeñas bocanadas de aire fresco al abrir la ventana con máximo disimulo. "Las niñas" correteaban paseando pasillo arriba y abajo la vajilla entre la cocina y el salón. Otros se afanaban en escuchar las "siempre originales" y controvertidas felicitaciones navideñas de su majestad. Los que más y los que menos cantaban villancicos alrededor de las dos largas mesas que estratégicamente llenaban el comedor. Otros, en ocasiones, movíamos los labios y la boca, aunándonos en alaridos en los típicos estribillos. Gambas, langostinos, canapés, el bol de ensaladilla y la carne en salsa rellenaban al comensal. Raro era el año que las muñecas de famosa no llegaban al portal, raro era también, no escuchar ese ya casi olvidado canto gallego que tanto nos llamaba la atención a los más jóvenes de la mesa. No me preguntéis por qué, pero todos los años me sorprendo con la piel de gallina, recordando a la abuela sentada a la mesa entonando su cántico a pleno pulmón....

Pero este año no hubo ni gambas ni canapés. Bueno, los hubo para quien llegó a buen puerto, pero los papás burbujita se quedaron tirados con el coche de camino a la cena. Allí nos podéis imaginar, de noche cerrada, plena nochebuena, a la salida de una curva y en pleno carril de incorporación a la carretera...

Disfrazados con el chaleco reflectante,  señalizando la avería con los triangulitos....
Sal del coche, baja los bártulos de la pequeña, el cochecito, la silla, las bolsas, los abrigos... (vaya ¡pero si me he venido sin abrigo!) ... y salta el quitamiedos, niña en brazos, a la espera de una grúa y un taxi que te saquen del atolladero... ¿como se hacía esto antes de que existiesen los móviles?.

Ya de vuelta a casa, son mas de las 11 y no has probado bocado.
Para colmo no tienes más que telarañas en el frigorífico... pero improvisas una cena por todo lo alto....

Papillita para la pequeña y Macarrones con tomate para los mayores!

Miércoles Mudo: Felicidad en Navidad





ESTO