sábado, 12 de enero de 2013

Adiós sacaleches, adiós...

Las fiestas se han ido, la rutina ha vuelto, el trabajo, la guarde, las despedidas cada mañana...

Con la vuelta, el frío, mucho más que el que ya hacía cuando comenzaron las vacaciones.

De mis idas y venidas al garaje ya hablé en su momento, cuando acabó mi baja maternal y me incorporé a lo que desde entonces percibo como mi calvario del día a día, el trabajo en la oficina.

Cada medio día, en la hora que entre las dos y las tres dispongo para comer, bajaba al garaje y me metía en el coche, sacaleches en mano y contenta y feliz de sacarme la lechita que luego dejaba en la guarde para que a la mañana siguiente le dieran a Paula en una papilla, porque el biberón no es lo suyo...

Esa media hora o tres cuartos que tardaba, estaba contenta y feliz, viendo cómo se iba llenando el bote mientras pensaba en mi gordita, que al día siguiente se la tomaría gustosa.

Pero lo cierto es que en las últimas semanas, todo ese ritual era más un calvario que algo agradable, sumándole el agobio de ver cómo a veces salía menos leche y pensaba que no tendría bastante para su desayuno.

La lactancia es lo mejor y lo más bonito de todas las cosas que he disfrutado junto a mi hija. Y siempre he tenido claro que así debía ser. Y hasta ahora, bajando al garaje a sacarme leche, me sentía bien, sentía que de este modo estaba ayudando a mantener nuestra lactancia y también, por qué no decirlo haciendo que Paula tomase más leche de mamá y menos fórmula. Pero cada vez hace más frío, es incómodo, como en menos tiempo, engullendo a veces la comida casi fría, sin postre y sin ganas. Estoy perdiendo peso y había que ponerle solución.

Un día antes de que comenzasen las vacaciones de Navidad, leyendo como siempre con deleite, el maravilloso blog de Ivone Olza, llegué a un enlace en el que hablaba sobre sus lactancias y lo que disfrutó de la segunda, olvidándose en este caso del sacaleches y dejándose simplemente llevar, disfrutando de los momentos en que lactaba.

Yo visualizaba con pena y nostalgia el momento de dejar de sacarme leche, porque lo veía como el inicio del camino hacia el destete, el inicio de la disminución de la leche, que Paula rechazase por ello el pecho, etc.

Pero creo que no será así. La lactancia durará hasta que tenga que durar. La leche estará ahí siempre que la pequeña siga mamando cuando quiera. ¡Y así lo hacemos ahora!.

Tengo que decir que el cambio ha sido notable, y todo va mucho mejor para mi. Ahora como tranquila, no me agobio pensando si hoy hay menos leche que ayer, si mi niña mañana se quedará con hambre en el cole, si en casa tendré que sacarme más, si paso frío, si  me duele la espalda en el coche... Aunque mentiría si dijese que no siento nostalgia en los mediodías, cuando no bajo a sacarme leche, mentiría también si dijese que no he sentido un poco de miedo pensando que este sería el fin de nuestra lactancia (... entre nosotros... creo que estoy más enganchada yo que ella...).

Ahora el sacaleches nos lo dejamos en casa, para momentos puntuales en que Paula no quiera mamar y me saque en ese momento, porque quiera y porque me apetezca guardar esa leche para más tarde. Y no porque sea una obligación autoimpuesta en beneficio de la salud de mi hija. Ha sido nuestro amigo y compañero más fiel durante muchos meses, y nos ha beneficiado mucho. Gracias a ello Paula ha estado muuuuchos meses más tomando sólo la leche de mamá y ninguna otra. Pero no podemos dejar que se convierta en una atadura. Eso estropearía gran parte de la maravilla que estamos disfrutando con la lactancia.

Fuera miedos, fuera obligaciones y fuera momentos incómodos. ¡Bienvenida otra etapa de nuestra lactancia!. No sabemos lo que durará. Sabemos que seguimos estando a gusto y disfrutando, ese momento de llegada a casa juntas sentadas en el sofá comenzando con ansia y muchas ganas a lactar... ese es NUESTRO MOMENTO... y eso no lo cambio por nada! ;-)





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