lunes, 25 de marzo de 2013

El Instinto Maternal

Este fin de semana, y para variar algo de los últimos ¿cien años...?? ha estado lloviendo... (sí, exagero un pelín... y no es que me disguste que llueva, pero tantoooo...). El caso es que mi madre decidió hacer tarde de chicas en el centro comercial, invitarnos a merendar y de paso comprar una muñeca a Paula, porque la abuela tenía antojo de comprarle una muñeca a la nieta...

Y es que el día de Reyes fue muy gracioso. A Paula no le trajeron muñecas, le trajeron un caballito balancín la mar de mono. Y no es que su madre, una servidora, se haya puesto reivindicativa no queriendo comprar muñecas a su hija para evitar los sexismos, las discriminaciones, y bla, bla, bla... Que no, que no es eso, que sólo es que me parecía todavía muy pequeñita para querer y saber jugar con muñecas.

Hay que decir, que cuando vio la esquelética Monster High de mi sobrina, tiraba de ella como una descosida, y con cara de enfado porque no se la dejaban llevar, causando la risa generalizada en toda la familia y la penita de su abuela, que se lamentaba de que a su niña nadie hubiese pensado en pedirle a Sus Majestades lo que tocaba, que no era otra cosa que ¡una muñeca!.

¡Y ni un día más iba a pasar!. Vamos a comprarle una muñeca. Cuando mi hermana se acercó a la estantería y le enseñó a la susodicha. ¡Madre mía!... Fue amor a primera vista... No he visto una cosa igual. En casa hay alguna que otra muñeca mía que ella ha cogido o le hemos dado alguna vez y que andan entre sus juguetes. Le gusta el pelo largo de una de ellas, y se lo enreda en sus deditos para hacerse cosquillas. Pero esto era otra cosa...

La cogía, la abrazaba, ¡la acunaba!, e incluso decía "ah, ah, ah...". Nos quedamos alucinadas. Y al parecer, no sólo nosotras. La chica que nos cobraba, y otras dos o tres clientas que esperaban para pagar se deshacían mirando a mi pequeña ejerciendo de mamá, por supuesto sin soltar a su bebé ni para pagarlo.

"El instinto maternal, cómo sale...", decía una de las señoras que había a nuestro lado.

Y yo que siempre cuando me dispongo a escribir una entrada, me gusta asomarme a ver qué se cuece sobre ese tema por estos lares, he comprobado que existe un gran debate sobre si existe o no el instinto maternal, si en caso de que exista es algo cultural, o es propiamente un instinto humano.

Y como en todo, pues opiniones hay para todos los gustos, porque a día de hoy, creo que no no hay forma de saberlo empíricamente no?.

Yo personalmente, y al margen de las actitudes que mi hija haya mostrado con esta muñeca a la que ha adoptado y hasta quiere darle tetita, eso sí, ¡de la mía!, opino que el instinto maternal no sólo existe, si no que de no ser así, la especie ya se habría extinguido en todos estos miles de años. Afortunadamente, aún conservamos y hemos dejado algún títere con cabeza entre todos los instintos de los que como animales mamíferos estamos dotados.

Por el contrario, creo que lo que sí sería cultural es esa falta de instinto maternal que se puede dar en algunos miembros de nuestra especie. El ser humano, por haber sido dotado de inteligencia, lenguaje y cultura, es capaz de controlar, canalizar e incluso reprimir algunos de sus instintos e impulsos. Y creo que todos los avances que como sociedad hemos hecho a nivel cultural, han dado como fruto en  algunos casos, que las conductas puramente maternales y en general el Instinto Maternal, no tengan cabida en la sociedad moderna en la que nos hemos convertido, donde el éxito se mide por el dinero que ganas, por lo alto que hayas llegado a ascender en tu trabajo y el número de bienes que hayas llegado a acumular, donde lo personal está casi siempre por encima de lo grupal.

Pero no me quiero poner trascendental, que esta era una entrada sólo y exclusivamente para mostrar ¡el gran instinto maternal que se le despertó de repente a mi bebé! ;-)


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