viernes, 13 de septiembre de 2013

Un pan debajo del brazo.

No puedo entender a las personas para las que tener o no tener hijos, o tener o no tener más hijos, se convierte en una cuestión meramente económica. "No me puedo permitir tener otro hijo"... Alucinante, la verdad...

Como si fuese un BMW. Mire, es que no puedo tener un BMW porque es muy caro de mantener, que luego hay que cambiarle las ruedas y las pastillas de freno, y sale muy caro. Y claro, ¡cada revisión es una pasta!. Pues lo mismo... No tengo otro hijo, que es muy caro de mantener... Pensar en los hijos como si fuesen un producto o capricho más, un artículo de los muchos que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, me parece muy triste y hasta egoista si cabe.



Yo creo que tener y formar una familia es un acto de amor, de lealtad y de compromiso incondicional con las personas que la forman. No es una cuestión económica, no son unas vacaciones, ni un coche, ni un ordenador. O no debería serlo. Quizá pienso así porque crecí en una familia de tres hermanos, porque he aprendido, he reído y he llorado a su lado, porque quiero a toda mi familia a rabiar, y no siempre había para todo ni para todos, pero no puedo imaginar ni por un momento que alguno de ellos no hubiese existido.

No me parece justo pensar en los hijos en cifras, sacar una hoja de excel y rellenar celdas y celdas con los números que nos costará mantenerlo. ¿Mantenerlo?. Ya me chirría un poco la palabra. ¿Mantenerlo cómo...?. ¿Mantenerlo con vida?, esto es relativamente fácil a nada que le pongas un poco de empeño, ¿mantenerlo seguro, amado y feliz?, esto tampoco me parece algo muy relacionado con los ingresos mensuales. Mantenerlo alimentado, abrigado y bajo techo, eso ya es otro cantar, entramos en terreno económico. Pero, también queremos y debemos alimentarnos y sobrevivir nosotros ¿no?. Eso contamos con hacerlo. Las cosas pueden ponerse mal, muy mal y peor, pero siempre hay soluciones, siempre hay recursos si lo único que falla es el dinero. No sé por qué, pero me ha venido a la cabeza la película "En busca de la felicidad". Un poco yanqui, como no... pero muy muy bonita.

No es condición necesaria para ser infeliz, ser pobre. Hay niños tremendamente infelices viviendo en casas enormes, con habitaciones llenas de juguetes y play station. No es una idea hippie, como piensa por ahí alguno que otro que yo me sé..., ni tampoco una idea traída de un mundo feliz y mágico. Es la cruda realidad, lo mejor que le podemos regalar a un hijo es nuestro tiempo, ese del que tanto carecemos hoy en día.

Lo que creo es que hemos perdido un poco el norte. Creo que estamos tan acostumbrados a las comodidades, a tenerlo todo, a querer más de todo, a la cultura del que más vale es el que más tiene, el que más gana y de paso el que tiene el mejor trabajo, el mejor coche y el  que viaja más lejos cada año.

Creo que estamos tan colmados de eso, que otros valores mucho más importantes como la familia, la humildad y el valor de cosas mucho más pequeñas a priori, han quedado atrás. Preferimos pasar mucho menos tiempo con los nuestros pero ganar un poco más, para comprar un montón de cosas que no necesitamos.

Quizá por eso, la mujer que decide quedarse en casa a cuidar y educar a sus hijos, es una maruja, y por supuesto esos hijos unos desadaptados y antisociales por no estar muchas horas al día en una guardería socializando con otros tantos. (Léase esto último con el modo ironía activado.)

La familia para mí tiene otro significado. Se ayudan, se aman, se necesitan y comparten penas y alegrías. Tener a mi hija es lo mejor que he vivido, y tenerla cada día a mi lado no hace más que darme alegrías y satisfacciones y ningún bache económico que pasemos va a cambiar eso ni borrar todo el amor que nos damos. Si tuviese que vivir con menos, lo haría sin duda, viviría hasta sin nada, pero lo que ya no imagino es la vida sin ella.

Me acuerdo muchas veces de una cita de nuestro querido Carlos González en su libro "Bésame Mucho", en la que cuenta que su padre siempre le decía:

"Puedes críar un hijo más de los que creas que puedes mantener, y a uno menos de los que creas que tienes tiempo para cuidar".

Qué acertado estaba ese padre... Quizá la decisión de tener o no tener hijos debería ir más en función de lo que vayas a poder dedicarte a criar a ese niño. Porque total...¡ellos vienen con un pan debajo del brazo!.


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